Antiácidos en la era de los IBP y procinéticos: Vigencia y rol en terapias combinadas para la dispepsia y la acidez gástrica

Antiácidos en la era de los IBP y procinéticos: Vigencia y rol en terapias combinadas para la dispepsia y la acidez gástrical

ARSOGEL

El espectro de síntomas digestivos, desde la acidez ocasional hasta la dispepsia funcional y la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE), exige un abordaje flexible y adaptado al perfil de cada paciente. Durante décadas, los antiácidos han sido el pilar para el alivio rápido de la pirosis. Sin embargo, el surgimiento de los inhibidores de bomba de protones (IBP) y el papel de los procinéticos han transformado la práctica clínica y suscitado interrogantes sobre el lugar que ocupan hoy los antiácidos en la consulta moderna.

El valor de los antiácidos: rapidez, seguridad y accesibilidad

Los antiácidos, como Arsogel (hidróxido de aluminio + hidróxido de magnesio), actúan neutralizando el ácido gástrico ya secretado, logrando un alivio sintomático casi inmediato. Esta característica los diferencia claramente de los IBP, cuyo efecto máximo puede tardar entre 1 y 4 días en instaurarse (Moayyedi et al., 2017).

Diversas revisiones sistemáticas y consensos clínicos siguen ubicando a los antiácidos como primera opción para el manejo intermitente o episódico de la acidez, especialmente cuando:

  • Los síntomas son leves y esporádicos.

  • Se busca alivio inmediato.

  • El paciente presenta contraindicaciones o riesgos asociados a la terapia sostenida con IBP (ACG, 2022; NICE, 2021).

Además, los antiácidos tienen un perfil de seguridad favorable para el uso a corto plazo y pueden utilizarse en poblaciones especiales —como embarazadas, ancianos o polimedicados— siempre bajo supervisión médica, ajustando la dosis y la frecuencia.

Antiácidos y terapias combinadas: ¿cómo integrarlos en la práctica clínica moderna?

En la era de los IBP, la utilidad del antiácido no radica en reemplazar, sino en complementar el tratamiento. Los principales escenarios en que la evidencia apoya su uso combinado son:

1. Alivio de síntomas mientras inicia el efecto de IBP

El inicio de acción de los IBP es lento. El uso de antiácidos durante los primeros días puede mejorar el confort del paciente y reducir la automedicación inadecuada.

2. Rescate sintomático

En pacientes con control basal adecuado pero episodios esporádicos de pirosis, el antiácido funciona como “rescate” sin aumentar la dosis o frecuencia del IBP, previniendo sobretratamiento.

3. Terapia secuencial o escalonada

Las guías clínicas sugieren iniciar con antiácidos en dispepsia funcional leve o acidez ocasional. Si no hay respuesta o los síntomas persisten, se puede escalar a IBP (como Ulomep-ES) o agregar un procinético (como Moticid) si existe predominio de plenitud, distensión o vaciamiento gástrico enlentecido (ACG, 2022; Ford et al., 2020).

4. Combinación con procinéticos en dispepsia funcional

En pacientes con síntomas mixtos, el uso racional de antiácido más procinético ha demostrado mejorar la calidad de vida y reducir la cronificación del cuadro (Talley et al., 2015).

¿A quiénes beneficia el uso racional de antiácidos?

  • Pacientes jóvenes, sin signos de alarma, con síntomas leves y ocasionales.

  • Mujeres embarazadas, en quienes el uso prolongado de IBP puede estar limitado.

  • Pacientes polimedicados, donde minimizar interacciones es clave.

  • Pacientes con intolerancia a IBP o en quienes su uso no es indicado por síntomas leves.

Consideraciones de seguridad

El uso prolongado y excesivo de antiácidos debe evitarse, pues puede asociarse a efectos adversos (alteración del metabolismo fosfo-cálcico, riesgo de hipomagnesemia o acumulación de aluminio en insuficiencia renal). Por ello, el médico debe individualizar la elección, ajustar la dosis y educar al paciente sobre cuándo y cómo utilizar estos productos (Othman et al., 2018).

Reflexión final

Lejos de estar obsoletos, los antiácidos mantienen un papel vigente y estratégico en la consulta digestiva, especialmente como parte de abordajes combinados o secuenciales. Integrarlos racionalmente con IBP y procinéticos permite mejorar el control sintomático, optimizar recursos y reducir riesgos asociados al sobreuso de una sola clase farmacológica.


Referencias:

  • Moayyedi, P., et al. (2017). “Acid Suppression for Gastroesophageal Reflux Disease: What Are the Options?” World J Gastroenterol.

  • American College of Gastroenterology (ACG). (2022). “ACG Clinical Guideline: Diagnosis and Management of GERD.”

  • National Institute for Health and Care Excellence (NICE). (2021). “Dyspepsia and gastro-oesophageal reflux disease in adults.”

  • Ford, A.C., et al. (2020). “Approach to dyspepsia: recent advances and evolving evidence.” Gut.

  • Othman, F., et al. (2018). “Risks associated with long-term use of antacids.” Therap Adv Gastroenterol.

  • Talley, N.J., et al. (2015). “Functional dyspepsia: new insights into pathogenesis and therapy.” Nat Rev Gastroenterol Hepatol.

Escrito:
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